lunes, 20 de agosto de 2007

LA LUCHA CONTRA INCENDIOS EN LA AVIACIÓN


De la misma forma que el poder aeroespacial, con los avances de la tecnología y su aplicación, así como la aparición de nuevas premisas que sustituyen paradigmas (interprétese a modo de ejemplo, en éste caso el antiguo concepto que para volar se necesitaban “bastoneros”, hoy se requieren “niños que hayan jugado al “Nintendo” para conducir aeronaves pilotadas a control remoto – para evitar mayores bajas en filas propias), en las otras ramas del acontecer sucede lo mismo.

Hoy los Bomberos también, tienen que dejar de ser “apaga incendios” para ser verdaderos profesionales; estudiosos del tema y de toda la tecnología aplicada a equipos, productos y sistemas, que no solo evitarán la gestación de los incendios, sino que al suceder alguna contingencia minimizar al máximo la pérdida de vidas, materiales y operatividad.

En tal sentido, intentando contribuir con vuestra actividad y la formación de todo un concepto de “administración de empresa – gerencial”; el espectro de conocimientos que debe existir alrededor de toda la profesión, reciban un par de puntos en los cuales seguramente se deberían apuntar también las baterías, para optimizar vuestra gestión y ahorrar ingentes esfuerzos en el logro de vuestras metas y objetivos y preservar al máximo los escasos dineros que asigna el Estado en procura del cumplimiento de la misión.

Uno de ellos es el “Entrenamiento para la Emergencia”. De la misma manera que el piloto constantemente, está estudiando los sistemas de la aeronave, las técnicas, tácticas y procedimientos de empleo y emergencia, para tener todo estipulado y saber que hacer cuando algo se sale de control. Existe todo un andamiaje en la estructura organizacional que también se equipa y prepara en los “Planes pre – Accidentes” para actuar eficaz y eficientemente ante cualquier tipo de contingencia.

Hoy en el mundo obviamente, se utilizan software y técnicas avanzados para simular y actuar en forma periódica, recurrente y conjunta pilotos de aeronaves, servicios de control de tránsito aéreo, servicios de bomberos y asistencia médica, servicios de mantenimiento, policía aérea, peritaje, y otras fuerzas vivas de la nación que le competa intervenir en cualquiera de éstos casos.

La pregunta para poder entender esto correctamente es: “¿está usted seguro (si es responsable ó lo será en un futuro cercano) que todos los actores saben exactamente que hacer en caso de una emergencia en su aeródromo, o en los alrededores, en las instalaciones, operaciones, cómo: cuales son las vías de aproximación más rápidas y seguras para llegar al lugar del siniestro; cuales son las limitaciones de su vehículos de lucha contra incendios en lo concerniente a velocidad, banqueo en terrenos anegados, centros de gravedad con el vehículo cargado, etc.?; funcionan bien los equipos de lucha contra incendio?; cuándo los probó por última vez?; cual es el potencial extintor?; cuanto tiempo demoran en ponerse los equipo de protección personal?; han hecho prácticas últimamente con las herramientas hidráulicas y neumáticas para rescate de tripulaciones?; sabe cuales son los procedimientos de seguridad y operación de los equipos de respiración autónomos? . . .

Está realmente entrenado el personal para hacer todas las comunicaciones, y sabe utilizar los sistemas alternativos para solicitar la ayuda externa?, hay gente preparada para oficiar como Coordinador General en caso de contingencia? Y sabe a quién delegarlos según el teatro de operaciones?.

Cómo usted podrá apreciar surgen múltiple cantidad de preguntas que naturalmente generan duda. Y a eso hay que agregarle, que si el siniestro ocurre ahora, y si usted no está preparado, seguramente no tendrá tiempo en estudiar el manual. Más, es posible que en esos breves momentos vitales para controlar una emergencia, siquiera se acuerde cual es el teléfono para solicitar ayuda, excepto usted haga bastantes prácticas de simulación y se habitúe de que pasos deba dar para cada condición que prevea.

A eso, me gustaría agregarle e intentar derribar un mito, que usualmente antepone cualquier tipo de decisión cuando se diseña o proyecta edificaciones, reciclan o acomodan y en especial, aquellas donde se intenta preservar equipos de alto valor, tal como pueden ser los aviones, sensores remotos, centros de procesamientos de datos, sistemas de comunicación, salas de mando y control, etc.

Éste es el según punto sobre el cual usualmente, se cree que ante un incendio “uno corre”; se aleja del lugar, y así fácilmente pueda salvar su vida. Es correcto, y ojala todos tuvieran esa predisposición bien clara. Lo único malo, es que a veces también no se tiene esa ventura, y deba enfrentarse al flagelo que lo acucia. Entonces, pasa a tener valor el diseño y el proyecto para tener una buena protección estructural y activa, que aparte de permitir salvaguardar la vida, proteja también los materiales y la operativa, dentro de una relación beneficio versus costo buena y que asegure la preservación del potencial de combate de la nación.

Entonces, debe incorporarse a los costos de cualquier infraestructura, los costos de protección basados en normas, construidos con materiales certificados, y ensayados por laboratorios reconocidos, de manera de asegurar su eficacia y eficiencia en el correr del tiempo y contribuir además, con otras regulaciones como son las de protección ambiental y económicas, vitales para proyectar la existencia de la Fuerza y el cumplimiento de su misión.
En conclusión. De la misma manera que deben atenderse aspectos inherentes a la profesión como son los aspectos militares, de vuelo, doctrinales de empleo, técnicas, tácticas y procedimientos de empleo, también están las tareas secundarias que soportan toda la actividad especialista de la Fuerza como es la informática, la comunicación social, la seguridad (security & safety) y otras más que se incorporan día a día.

Todas requieren un estudio concienzudo y con especialistas porque el avance es vertiginoso y vital el asesorarse para asegurar la supervivencia de una institución. Hoy hay que tratar los temas en tiempo real y deben actualizarse los conocimientos diariamente, sin improvisar, con mente abierta e integrando a la mayor cantidad posible de actores que se involucren, participen y lleven ellos mismos adelante los desafíos que nos impongamos.

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